jueves, 21 de enero de 2016

El destino y el libre albedrío


El destino y el libre albedrío en el mundo de Tolkien


En el clímax de El Señor de los Anillos, cuando Frodo está en las Grietas del Destino, decide no hacer aquello que había venido a hacer. Frodo cede ante la voluntad del Anillo y decide no arrojar el Anillo al Fuego. Pero en aquel instante ocurrieron muchas cosas que acabaron con la destrucción del Anillo y la derrota de Sauron.

Fue gracias a la intervención de Gollum por lo que la Misión fue finalmente completada, y la pregunta que podríamos hacernos es: ¿fue fruto de la casualidad o el destino estaba marcado para que así sucediera?

El libre albedrío o libre elección se define como la capacidad de poder elegir y tomar nuestras propias decisiones. En el mundo de Tolkien no parece haber muchas dudas de su existencia.

“Para concluir: habiendo mencionado el Libre Albedrío, podría decir que en mi mito he utilizado la «subcreación» de un modo muy especial […] para volver visibles y físicos los efectos del Pecado o los abusos del Libre Albedrío por los hombres. El Libre Albedrío es derivativo y sólo operativo dentro de circunstancias dadas; pero para que pueda existir es necesario que el Autor lo garantice, suceda lo que suceda: especialmente cuando está «en contra de Su Voluntad»”
Carta 153, Cartas. p. 229

            El libre albedrío es aquel que permite a Morgoth, uno de los Valar creados por Eru (Dios), realizar cosas que estaban prohibidas: “Pero si «cayeran» como cayó el Diabulos Morgoth y empezaran a hacer cosas «para sí», éstas, pues «serían», aun cuando Morgoth quebrantó la suprema prohibición de hacer otras criaturas racionales como los Elfos o los Hombres.” [Orcos] y Eru tolerarlo: “Que Dios lo «tolerara» no parece peor teología que la tolerancia de la deshumanización calculada de los Hombres que se produce hoy por obra de los tiranos.” (Carta 153, p. 230)

“Pero el Único conserva su autoridad definitiva y (o así parece verse en el tiempo serial) se reserva el derecho a meter el dedo de Dios en la historia… De acuerdo con la fábula, los Elfos y los Hombres fueron las primeras de estas intromisiones, hechas en verdad mientras la «historia» era todavía sólo una historia y no estaba «realizada»; por tanto, de ningún modo fueron concebidos o creados por los dioses, los Valar, y se los llamó los Eruhíni o «Hijos de Dios», y para los Valar fueron un elemento incalculable: esto es, eran criaturas racionales de libre voluntad en relación con Dios.”
Carta 181, Cartas. p. 276-277

            Volviendo a los acontecimientos que suceden en El Monte del Destino, y admitiendo el libre albedrío, ¿deberíamos pensar que el hecho que Gollum le arrebatara el Anillo a Frodo y posteriormente cayera en el Fuego, fue una simple casualidad?

En varias cartas Tolkien habla acerca del momento de la destrucción del Anillo y la prueba que supuso para Frodo. En una de ellas responde de la siguiente forma:

“Si relee los pasajes que tratan de Frodo y el Anillo, creo que comprenderá que no solo le era del todo imposible entregar el Anillo, …, sino que esta incapacidad se presagiaba desde mucho tiempo atrás... Él (y la Causa) se salvaron... por Piedad: por el valor supremo y la eficacia de la Misericordia y el perdón de la ofensa.
 … Pienso más bien en las últimas peticiones misteriosas del Padrenuestro: No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Una petición contra algo que no puede ocurrir es algo falto de sentido. Existe la posibilidad de ser colocado en una posición que está más allá del propio control. En ese caso (tal como lo creo), la salvación de la ruina dependerá de algo en apariencia sin conexión: la santidad general (y la humildad y la misericordia) de la persona que se sacrifica.”
Carta 191. Cartas. p. 295

No se puede negar que la obra de Tolkien, su legendarium, está influenciado por la religión y la mitología. Destaca principalmente la religión cristiana, que predomina especialmente en la concepción de la Creación y los Hijos de Dios. En la carta anterior, y en la siguiente que veremos, evidenciamos que aquello que sucede en las Grietas del Destino tiene un trasfondo religioso.

 “Pero en este punto se logra la «salvación» del mundo y la propia «salvación» de Frodo por su anterior piedad y el perdón de la ofensa... Tener «piedad» de él [Gollum] y abstenerse de matarlo fue una locura… Le robó y lo dañó al final; pero, por mediación de cierta «gracia», la última traición se produjo precisamente en el momento en que el acto malo final fue lo más benéfico que podía hacerse por Frodo. Por mediación de una situación creada por su «perdón», él mismo fue salvado y liberado de su carga.”
Carta 181. Cartas. p. 275

            Cabría destacar el papel fundamental que tiene la Piedad y Misericordia de Bilbo y Frodo al no haber matado a Gollum para que finalmente la Misión tuviera éxito. Sin duda nos hace recordar aquellas palabras de Gandalf:

“El corazón me dice que [Gollum] todavía tiene un papel que desempeñar, para bien o para mal, antes del fin: y cuando este llegue, la misericordia de Bilbo puede determinar el destino de muchos, no menos que el tuyo.”
La Sombra del Pasado. La Comunidad del Anillo. p. 79

Quisiera centrar la atención en una frase de la carta 181: “... por mediación de cierta «gracia», la última traición se produjo precisamente en el momento...”. No parece ser casual que la intervención de Gollum se produjera justo en ese instante. Podríamos pensar, por las implicaciones religiosas que llevamos observando, si algún espíritu de alto rango, algún Valar o el mismísimo Eru, medió en ese mismo instante, haciendo posible la destrucción de Sauron y la salvación de Frodo.

Tolkien nos da la respuesta en sus Cartas. En un par de ocasiones nombra al Escritor de la Historia, aquella persona que interviene para que suceda aquello que debía suceder. Nos interesa especialmente una, que nos proporciona muchísima información:

“Frodo merecía todo honor porque derramó hasta la última gota de la capacidad de su voluntad y de su cuerpo, y eso fue suficiente para llevarlo al punto destinado y no más allá. Muy pocos, quizá ninguno más de su tiempo, podrían haber llegado tan lejos. El Otro Poder se hizo cargo entonces del control: el Escritor de la Historia (por el que no me refiero a mí mismo), «esa persona siempre presente que nunca está ausente y nunca se la nombra»* (como ha dicho un crítico). Véase Vol.I, págs. 83-84.2

*En realidad, llamado «el Único» en Apéndice A. Los Númenóreanos (y los Elfos) son monoteístas absolutos.
2«Detrás de todo esto había algo más en juego, y que escapaba a los propósitos del hacedor del Anillo: no puedo explicarlo más claramente sino diciendo que Bilbo estaba destinado a encontrar el Anillo, y no por voluntad del hacedor.» (Gandalf a Frodo.)”
Carta 192. Cartas. p. 297, 518

El Escritor de la Historia no es otro que Eru, el Único, el Dios en el mundo de Tolkien, aquel que se reserva el derecho a meter el dedo de Dios en la historia (Carta 181, p. 276), y fue él quien intervino para salvar a Frodo, pues había llegado al límite de su voluntad y de su cuerpo. Fue una mediación divina que podríamos pensar que es puntual, una muestra de Piedad, pero se nos remite a la conversación entre Gandalf y Frodo en la que aparece la palabra destino (destinado) [en realidad no son las páginas 83-84, sino la 75 de mi edición]. Creo importante mencionar que las palabras destinado en el texto de El Señor de los Anillos aparecen en cursiva.

“Detrás de todo esto había algo más en juego, y que escapaba a los propósitos del hacedor del Anillo: no puedo explicarlo más claramente sino diciendo que Bilbo estaba destinado a encontrar el Anillo, y no por voluntad del hacedor. En tal caso, tú también estarías destinado a tenerlo.
La Sombra del Pasado. La Comunidad del Anillo. p. 75

Si Bilbo estaba destinado a tener el Anillo y Frodo a tenerlo, entonces se puede decir que ciertos acontecimientos que ocurren en la Historia ya están escritos. El destino parece que forma parte del mundo de Tolkien, pero si esto es así podríamos preguntarnos si no es incompatible con el libre albedrío.

La doctrina filosófica del determinismo, en su forma más débil, admite el libre albedrío de los individuos dentro de un sistema determinista. En un mundo creado por Tolkien, con sus propias reglas, se podría aceptar que fuera posible la libre elección del individuo, aunque en ciertos momentos supeditada a la voluntad de Eru que se reserva el derecho a meter el dedo de Dios en la historia. Pero también es verdad que esto es aparentemente contradictorio con el concepto que da Tolkien de libre albedrío: para que pueda existir [el libre albedrío] es necesario que el Autor lo garantice, suceda lo que suceda, algo que no es posible si ciertos acontecimientos están predestinados a que sucedan. No obstante, este debate acerca de la compatibilidad de destino y libre albedrío, no es el propósito de este artículo.

Volvamos a Frodo y aquello que sucede en el Monte del Destino. Hemos visto que fue la participación de Eru lo que posibilitó que se dieran ciertos acontecimientos que acabaron con la caída del Anillo al Fuego. Hay una carta, la Carta 246, que habla acerca de esa intervención.

“Frodo había hecho lo que podía y estaba exhausto (como instrumento de la Providencia) y había logrado una situación en la que el objeto de su búsqueda era alcanzable.”
Carta 246, Cartas, p. 380

 En este texto se nombra a Frodo como un instrumento de la Providencia (de Eru o Dios) y él mismo se sentía de igual forma, como un instrumento del bien.

[Frodo] …se veía a sí mismo y a todo lo que había hecho como un fracaso… Eso fue en realidad una tentación venida de la Oscuridad, una última chispa de orgullo: el deseo de haber vuelto como un “héroe”, no contento con ser el mero instrumento del bien.”
Carta 246, Cartas, p. 381-382

El ser un instrumento de algo sugiere que hay un propósito mayor, un plan que debe ser ejecutado o realizado. Un Plan Divino del que también forma parte, por otros motivos, Lúthien y Tuor.

“…los de Lúthien (y Túor) y la situación de sus descendientes fue un acto directo de Dios. La entrada en los Hombres de la corriente élfica representa, en verdad parte del Plan Divino para el ennoblecimiento de la Raza Humana, desde el principio destinada a desplazar a los Elfos.”
Carta 153, Cartas, p. 228-229

Sin duda, en ese Plan de ennoblecimiento de la Raza Humana habría que añadir el matrimonio de Arwen y Aragorn.

 “Hubo tres uniones entre los Eldar y los Edain: Lúthien y Beren; Idril y Tuor; Arwen y Aragorn. Por esta última, las ramas desde tanto tiempo atrás divididas de los Medio Elfos, volvieron a unirse y el linaje fue restaurado.”
Apéndice A, El Retorno del Rey, p. 362

“Lo que se quiere decir es que fue Arwen la que primero pensó en enviar a Frodo al Oeste y rogó por él ante Gandalf… y utilizó como argumento su propia renuencia al derecho de ir al Oeste que ella tenía. Su renuncia y su sufrimiento estaban relacionados y mezclados con los de Frodo: ambos formaban parte de un plan para la regeneración del estado de los Hombres.
Carta 246, Cartas, p. 381

Tolkien dijo que había libre elección, libre voluntad, pero también estamos viendo que existe un Plan Divino y que ciertos personajes participan en él. Están destinados a hacerlo como instrumento del bien. Personajes como Gildor, el elfo con el que Frodo se encuentra tras salir de la Comarca, podría ser uno de ellos. Un encuentro que no parece fortuito.

“quizá este encuentro no sea del todo casual, pero el propósito no me parece claro y temo decir demasiado.”
Tres es compañía, La Comunidad del Anillo, p. 107

            Con todas estas menciones al destino que llevamos observando, no es raro encontrarnos profecías en el mundo de Tolkien. Las profecías no dejan de ser predicciones que se hacen de hechos futuros, y según una acepción de la RAE, por inspiración divina o sobrenatural. De este modo, esas profecías “dicen” el destino de personajes u hechos, como, por ejemplo, la profecía de Glorfindel y el Rey Brujo: “¡No lo persigas! No volverá a esta tierra. Lejos está todavía su condenación, y no caerá por mano de hombre” (El Retorno del Rey, p. 383). Unas profecías que se cumplirán y Él (Eru) intervendrá, si es necesario, para que así sea, pues esa es su voluntad, su Plan.

Para concluir, nada mejor que hacerlo con las palabras de Gandalf a Bilbo.

“– ¡Entonces las profecías de las viejas canciones se han cumplido de alguna manera! – dijo Bilbo.
– ¡Claro! – dijo Gandalf-. ¿Y por qué no tendrían que cumplirse? ¿No dejarás de creer en las profecías sólo porque ayudaste a que se cumplieran? No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia, ¡eres sólo un simple individuo en un mundo enorme!”
La última jornada, El Hobbit, p. 360